El mercado inmobiliario es sensible a la coyuntura económica e inevitablemente refleja su evolución y altibajos de una forma clara: en los precios de las viviendas. En un escenario de posible ralentización de la economía, la previsión lógica sería un descenso brusco de esos precios, sin embargo, no parece que vaya a ser así.
Cuál se espera que sea la evolución de los precios de las viviendas
A pesar de la incertidumbre inicial y el parón que supusieron las restricciones para hacer frente al COVID-19, el sector inmobiliario sorteó bien los efectos de la pandemia, llegando incluso a récord de transacciones inmobiliarias en 2021. Así, desde el segundo trimestre de 2020, los precios de las viviendas se han mantenido al alza.
De hecho, según el último informe de la sociedad de tasación Tinsa, en el segundo trimestre de este año, la variación interanual de los precios de la vivienda alcanzó un 8,3%. Estos se situaron en 1.686 €/m² de media, cifra que no se registraba desde 2011.
En ese escenario de crecimiento, se teme ahora una posible desaceleración económica. Una inflación que no se alcanzaba desde hace años, el encarecimiento de la energía y la subida de los tipos de interés auguran un enfriamiento de la economía. Sin embargo, pese a lo ocurrido en situaciones de recesión anteriores, no se teme una caída brusca de los precios de las viviendas.
Lo que sí podría producirse, según las estimaciones, es una estabilización de los precios. En el peor de los escenarios, habría un ajuste a la baja, pero de manera escalonada y sin llegar a los niveles previos a la pandemia. Un reajuste que afectaría en mayor medida a propiedades en venta cuyo precio esté sobrevalorado.
Razones por las que el mercado inmobiliario resiste
El motivo principal por el que no se espera un desplome del precio de las viviendas a corto plazo es que la situación de escasez de oferta de propiedades que ha caracterizado el mercado en los últimos años se mantiene.
Así, la demanda, aunque más contenida por las circunstancias económicas, sigue siendo superior a la oferta. Y se espera que mantenga su solidez con compradores dispuestos a adquirir vivienda a pesar del incremento de los tipos de interés, del propio precio de los inmuebles y del coste de vida.
En este sentido, es buen momento para vender. Antes del anunciado enfriamiento de la economía, los precios de las viviendas están en máximos y hay compradores cualificados dispuestos a invertir en la adquisición de viviendas con determinadas características (jardín, estancias amplias para teletrabajar, etc.). Si bien, serán las viviendas en mejor estado aquellas que mejor salida tendrán en el mercado.
Junto a ello, hay que tener en cuenta las condiciones de acceso al crédito hipotecario. A pesar de la subida de los tipos de interés y de un Euríbor en subida, los requisitos para obtener financiación son más asequibles que en un periodo de recesión. Un hecho que beneficia a los compradores, pero también a los vendedores.
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