Las casas inteligentes no son un concepto novedoso, pero sí en constante evolución gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías. La domótica no solo permite disfrutar de hogares más cómodos, también más eficientes, dos aspectos cada vez más valorados en el mercado inmobiliario.

Hay que tener en cuenta que la pandemia ha supuesto un cambio en el estilo de vida y en la forma de percibir los hogares. Ahora se busca crear espacios saludables y seguros, que tengan las mayores comodidades para poder disfrutar en ellos durante muchas horas al día. Espacios, además, en los que el ahorro energético también cobra protagonismo.

Las casas inteligentes dan respuesta a estas demandas, y no necesariamente son viviendas de nueva construcción. Es posible adaptar inmuebles antiguos y conseguir así una notable revalorización, muy superior a la inversión que puede suponer la implantación de sistemas domóticos o la rehabilitación energética.

Qué son las casas inteligentes

Las casas inteligentes son aquellas en las que se implementan diferentes tecnologías para controlar y automatizar funciones básicas en la vivienda. Para ello, se combinan sistemas eléctricos, equipamientos específicos y aplicaciones informáticas:

  • Por un lado, desde un dispositivo electrónico es posible realizar acciones como encender y apagar calefacción o los sistemas de climatización, conectar y desconectar alarmas o visualizar la vivienda a través de los sistemas de videovigilancia.
  • Además, gracias a la instalación de sensores cabe la posibilidad de que los toldos o las persianas suban o bajen según la incidencia solar, que las luces se enciendan o modulen sin interruptores o que la puerta del garaje se abra al detectar la matrícula del coche.
  • En lo que a tareas cotidianas se refiere, este tipo de viviendas se equipan con electrodomésticos también inteligentes, programables o capaces de realizar ciertas tareas de forma autónoma.

Son solo algunas de las aplicaciones posibles de la domótica en el hogar, pero el avance de nuevas tecnologías hace que hoy en día las posibilidades a la hora de diseñar una casa inteligente sean innumerables.

Ventajas de las casas inteligentes

El primer gran beneficio es el confort. Las casas inteligentes simplifican la vida y muchas de las tareas cotidianas, permitiendo ahorrar tiempo. Todo ello, sin olvidar que la aplicación de las nuevas tecnologías también puede facilitar el día a día a personas con movilidad reducida o algún tipo de discapacidad.

El segundo beneficio es la eficiencia energética. El uso de sensores y de dispositivos electrónicos permite un uso más racional de la calefacción, la climatización o la iluminación. Consumos que representan gastos importantes en un hogar. La domótica, por otro lado, ofrece información sobre el consumo energético, permitiendo tomar medidas destinadas a reducir el consumo.

El tercer gran beneficio es la seguridad. En primer lugar, porque las casas inteligentes están dotadas también de sistemas destinados a detectar incidencias como incendios, inundaciones o escapes de gas y actuar de forma autónoma para resolverlos. En segundo lugar, porque pueden contar con sistemas de alarma y vigilancia conectados a dispositivos electrónicos.

Domótica para revalorizar la vivienda

En viviendas ya construidas, la instalación de sistemas domóticos supone una inversión de entre 600 y 6.000 €, dependiendo de las dimensiones del inmueble y de los elementos que se instalen. Sin embargo, puede ser una inversión muy rentable.

Para agilizar el proceso de venta, el precio no es el único aspecto importante. Es imprescindible que la vivienda aporte un valor diferencial respecto a otras similares o en la misma zona. Cada vez más, los compradores buscan viviendas con sistemas inteligentes y están dispuestos a pagar más por ellas.

De esa manera, transformar casas antiguas en viviendas inteligentes es una forma de incrementar su precio en el mercado, de hacerlas más atractivas y de conseguir que destaquen para que la venta se realice con mayor rapidez. De hecho, se calcula que por una inversión aproximada del 1% del precio de la vivienda, se puede conseguir una revalorización de entre un 5% y un 20%.

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